Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.
Antecedente:
CRÓNICA MEXICANA
(C) Gonzalo Díaz Migoyo y Germán Vázquez Chamorro
Comentario
Capítulo 54
En este capítulo trata como acometieron los mexicanos a los naturales de Mechuacan, matlaçingas, teniendo los mexicanos treinta y dos mill y dozientos soldados y los matlaçingas çincuenta mill guerreros
Trata como después de ser abisado Axayaca, rrespondieron los prençipales generales Cuauhnochtli y Tlacochcalcatl y Ticocyahuacatl. "Te suplicamos, señor, que ante todas cosas nos des liçençia para que nos contemos y beamos qué cantidad somos los mexicanos y los son de Aculhuacan, Tacuba, Chalco, cada un pueblo la gente trae". Y así lo mandó Axayaca hazer. Lláronse de cuenta treinta y dos mill y trezientos conbatientes. Llamó Axayaca a los capitanes: "Y beis son nras gentes la cantidad son y los mechuacanes çincuenta mill. No atañe en eso la bienabenturança, que bale mucho uros ardimientos y balerosos ánimos y corajes todos los del mundo, en especial tener de n>uest>ra parte a nro tetzahuitl (abusión) y aire sotil de nro rrey y dios Huitzilopochtli, que tengo firme esperança en él bençeremos a estos enemigos". Y los capitanes mandaron a todos los capitanes de todos los pueblos que estubiesen aperçibidos para conbatir luego otro día al alua. Y la noche antes se abían bixado las caras y sendas piernas por se conosçer los unos de los otros sus enemigos. Al alua al sonido de la corneta, hera un caracol grande, concha, se tocó, acometen tan balerosamente los mexicanos y adelántanse antes del acometer quatro lenguas (nahuatatos), dando bozes, diziendo: "Mexicanos, ¿a qué fue benida a nras tierras tantos y armados?" Rrespondieron los mexicanos: "Nra benida fue beer buestras tierras y a bosotros". Dizen los de Mechuacan: "Pues de buestra boluntad benistes a buscar buestras muertes, aquí fenesçeréis todos". Rrespondieron los mexicanos: "Pues para luego es tarde". Comiença una muy braua y rrezia y muy rreñida batalla tre los unos y los otros y la bozería tan grande que, como eran usados los mexicanos a acometer tan rrezio, no halló ardimiento de ánimo y poder la gente tarasca, yban sienpre multiplicándose, sus gentes benir de rrefresco, y con todo lleuaron los mexicanos a los tarascos hasta dentro del pueblo llaman Matalçingo, lleuando alguna mexoría, aunque muy poca. Buelue un prençipal con nueba a toda priesa Axayaca, diziendo en el estremo en que estauan los balerosos capitanes a causa de trar y benir al exérçito tarasca mucha gente de rrefresco y balientes, que ban los mexicanos muriendo muchos dellos y los [68v] capitanes y balientes soldados cuachicme y tequihuaque afloxando y muriendo. Rrespondió Axayaca al exérçito y banguardia que él lleuaua, diziéndoles: "Ea, mexicanos balerosos, aquí es menester uro ardimiento y esfuerço para ganar onrra o morir balerosamente muriendo en justa batalla, pues sabéis que nos aguarda para este bien el gran tetzahuitl Huitzilopochtli, e aguixemos los chalcas y los chinanpanecas y Suchimilco e a los de las sierras de Tacuba, los montañeses, los matlatzinca". Y llegados al socorro, no hallaron más de los quatro balerosos capitanes, que estaban tan lasos, tan cansados, llenos de poluo los rrostros, que paresçían estar tan atónitos y borrachos de los golpes que les dauan; y danles luego a beuer un breuaxe llaman yolatl. Y con esto, tra a la batalla los pueblos de las chinanpanecas al rrefresco. Tanbién los consumieron los mechuacanes. Y bían luego a los chalcas. Por lo consiguiente, un pueblo consumido, otro biado, por los mexicanos trauan de cada rrefresco dos mill y los tarascos boluían y trauan de nueuo diez mill, que al momento fenesçían las bidas allí en manos de los carniçeros. Rrespondió a las bozes que daua Axayaca a que luego fuese otro pueblo, díxole el biexo Tlacateccatl: "Señor, ¿qué aprouecha yr ni enbiar dos mi tres mill soldados, que no son llegados quando son muertos de manos de ochenta mill tarascos (matlacxiquipilli)? Y si estáis todabía determinado de que todos aquí muramos, alto, que yo seré el primero, como más biexo; y si os paresçe que boluamos a rrehazernos otra bez a Mexico Tenuchtitlan, boluamos". Dixo Tlacateccatl, prençipal y capitán: "Ay dos cosas aquí, la obligaçión obligatoria, que fueron nros buelos y padres por traernos al estado tan alto de señorío y rriquezas, es que prometieron de que en guerras abíamos de serbir al que nos trujo de Chicomoztoc Aztlan, ques el tetzahuitl Huitzilopochtli, y de le hazer sacrifiçios a menudo. Lo otro, se os rrepresenta y están tan rrezientes las muertes de los balerosos mexicanos que murieron la enpresa de Chalco, el biexo Tlacahuepan y Cuautlecoatl y Chahuatzin y Quetzalcuauhtzin, y con ellos más de dos mill mexicanos, y en guerras que duró, fueron treze, a la fin los suxetamos, aunque balerosos. Agora esto de presente lo propio será. Bolueos, señor, que tenemos duelo de buestra noble jubentud". Rrespondió Axayaca que les agradeçía la buena boluntad. En esto los capitanes Tlacochcalcatl y Cuauhnochtli, da Huitznahuacatl un apellido diziendo: "Ya bamos nosotros. Lleuaréis a Tenuchtitlan nra memoria. Morimos aquí manos de nros enemigos". Y llegados al canpo, no eran llegados quando fueron muertos. Dixo Ticocyahuacatl al rrey Axayaca: "Ya con los ojos abéis bisto las crueles muertes de todos los balerosos mexicanos. Ya no podemos más. Por los pocos que aquí estamos en guar de ura rreal persona, os rruego y amonesto que boluamos atrás". [69r] Obedeçió el Axayaca al biexo capitán y boluieron las espaldas a más andar. Bisto los mechuacanes como estauan bitorios y tan puxantes y tantos que cubrían una gran legua, con esta soberuia dan tras de los mexicanos tirándoles con arcos y flechas hasta los montes de Toluca. Tornó a boluerse Huiznahuatl teuctli, capitán, dixo a los balerosos mexicanos: "Señores", díxoles, "a bosotros, Tlacateccatl, Tlacochcalcatl, Acolnahuacatl, Cuauhnochtli, Ticocyahuacatl, Tlalancalq, Acolnahuacatl, Tezcacoatl, Ezhuahuacatl, mirá, hermanos y señores, que os acordéis de mí y de la gente de mi casa, que yo determino aguardar a estos a estos mechuacanes y jugar un rrato con ellos. Beamos si osarán cumplir que, como balientes son, uno a uno acometan". En esto llegauan ya los tarascos arrojando flechas llouían amarillos y sembrados por el camino. Llegados a él, aunque les hablaua de la balentía de uno a uno, no curaron desto, antes le arrojaron tantas baras, flechas luego dieron con él tierra y le lleuaron muerto arrastrando ocho de ellos. Y con esto çesó el cançe de los mechuacanes y llegó el campo tarasco hasta Taximaroa, que dizen Tlaçimaloyan, y los otros que abían llegado hasta los términos de Toluca, se boluieron biendo su campo no llegaua ni yba adelante. Llegados al sujeto de Toluca en Tzinacantepec, benían ya tan pocos que de çiento en conparaçión de cada pueblo de Tezcuco, Aculhuacan, Tacuba, Suchimilco, Chalco, otomís, serranos y chinanpanecas, no boluieron diez, en este pueblo llegados, habló a todos los prençipales mexicanos como uezinos y comarcanos de Mexico: "Señores y hermanos, esforçaos, que ya nra bentura nos a traído al estado que beis. Esforçaos, no por eso toméis temor ni espanto. Esforçaos quanto pudiérdes". Tomó la mano Cuauhnochtli, díxole: "Señor, sosiegue ura rreal persona. Y quiero, con liçençia buestra, que nos contemos los que boluemos con bida". Dixo Axayacatl fuese norabuena y, hecha la cuenta de todos los pueblos que abían benido a la guerra, contados de cada género de gente, se halló por cuenta abeer escapado quatroçientos con prençipales y todo, y los mexicanos somos dozientos cauales. Llegados en Tzinacantepec, los de allí naturales, biendo ser muertos todos sus conpañeros y no aber escapado sino aquellos pocos, alçaron un llanto y lágrimas, dándoles el pésame, y por lo consiguiente Toluca, Matlatzinco, con los mesmos llantos, lágrimas y sospiros, que era la mayor lástima y compasión del mundo. Y por no cansar al letor, de cada pueblo con su gente les saludauan y llorauan a los escapados y les consolauan y dáuanles algúm socorro, como oy día se haze y usa en Mexico Tenuchtitlan. Y llegados a Tenuchtitlan, benían los tlamacazque, los procuradores y hazedores de Huitzilopochtli, saçerdotes; después de le aber consolado al rrey, binieron los biexos de la parçialidad mexicana son llamados cuauhhuehuetque y, consolados a los mexicanos bueltos y la muerte del baleroso Huitnahuatl, después de les aber consolado, banse a la sala adone estauan sentados los prençipales comarcanos, házenles otro parlamento muy consolatorio, muy pausado, y de aberse muerto en batalla los padres, amigos, hijos suyos, los tales, pues es con boluntad del Huitzilopochtli, que allá los tiene consigo en gran [69v] contento y alegría su rreyno. Y antes desto, antes de llegar a Mexico, fueron biados mensajeros a Çihuacoatl Tenuchtitlan y Aculhuacan y a Tlalhuacapan, Tacuba, y a todos los demás pueblos, biniesen al rresçibimiento del rrey y de sus gentes y que todos los templos rresonasen bozinas y atabales de tristeza. Y binieron los primeros al rresçibimiento de Axayacatl los cuauhhuehuetque y teopantlacas, hazedores de Huitzilopochtli su templo, haziéndole muchos caresçimientos, lloros, lágrimas biuas salidas de los coraçones, y por consuelo dize el más biexo saçerdote: "Rrey y señor, niño, cozcatle (preçiado collar de fina piedra), preçiosa pluma rrica nra (toquetzale), nieto nro tan querido, ya es cunplido el gran deseo de los mexicanos de querer ber y prouar a los mechuacanos, tan a costa de tanto sudor y trabaxo y sangre y de nros muy caros y leales amigos, hermanos y hijos. Ya abéislo hecho por el que es el día, la noche, el aire, el agua, el çielo, el ynfierno, Huitzilopochtli, benís tan lastimado, tan cansado, tan flaco, herido, lloroso, lastimado uro baleroso coraçón de beer derramada de buestros leales basallos y padres, en espeçial al baleroso capitán Huitznahuatl. Ya, en fin, con estas muertes da de comer uro dios y señor el tetzahuitl, ayre, abusión Huitzilopochtli". Rrespondió Axayaca agradeçiéndoles el ofresçimiento consolatorio que, pues abía de ser y que su boluntad era yr adelante al cumplimiento y promesa del tetzahuitl Huitzilopochtli, que murieron sus hermaos en canpo de alegría y no en manos de mugeres, que es onrra y gloria que alçan los que mueren con esta bitoriosa alegría de sus almas por el tetzahuitl Huitzilopochtli.